las maneras de ser güevón: 1) cobardía


En la vida real nunca digo groserías. Ni hablo articuladamente. Pero bueno... la escritura permite hacer a un lado las propias taras, por lo menos mientras se escribe.

He pensado en esta serie de posts como un grupo de confesiones. Nada de drama ni de exaltaciones agustinianas. Simplemente intento replicar una idea de Dan Harmon sobre la utilidad de ser transparente (una especie de terapia para lidiar con todas las cagadas que uno hace).

Lo primero de lo que quería hablar es sobre la cobardía (bueno... de mí cobardía).

38 años. Encerrado en un baño a la medianoche. Dos bolivianos borrachos golpean a la puerta del baño molestos porque los he echado a la calle. Decido no enfrentarlos y esperar. Después de un rato llega mi compañera de apartamento y los borrachos amablemente le hacen caso y se van.

Al final no pasó nada. O lo único que pasó fue que durante el encierro tuve tiempo de sentirme cobarde y pensar un poco en el miedo hacia las agresiones físicas. La excusa con la que intento consolarme es que la violencia nunca está justificada. Pero a la vez también tengo claro que ante un ataque violento, la violencia en defensa propia puede estar justificada o incluso puede ser necesaria.

El problema con ese miedo que es la cobardía es que puede hacer que uno abandone a otros cuando lo necesitan. Quizá alguno piense que esa es la cobardía de las películas (un ejemplo es el del soldado cobarde en Salvando al soldado Ryan, que permanece inmovilizado por el miedo mientras sus compañeros son asesinados), pero si uno vive en un país donde toda la gente está expuesta a menudo a formas de violencia (robos o abusos en el transporte público) seguramente tendrá que decidir en algún momento entre ayudar a quien tiene al lado o ser cobarde. Y mi gran temor ahora es que mi respuesta automática sea la cobardía.

Terrible un mundo de cobardes. Donde todos claudiquemos ante lo injusto. Menos mal estoy seguro de que hay mucha gente que reaccionaría de otras maneras y de que los que somos automáticos cobardes podemos aprender de los que no lo son. En mi caso, tengo una hermana más joven que yo, que sé que me defendería.

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